El Papa Francisco dirigió un mensaje a los participantes de este encuentro y envió otro mensaje para saludar a los migrantes del campo de acogida en el Darién.
En el mensaje escrito para el encuentro de los Obispos de frontera, el Santo Padre señaló que el peligro que corren las personas migrantes de diferentes países que pasan por el Tapón del Darién “una selva que es triunfo de la naturaleza pero que hoy se convierte en un verdadero viacrucis que no sólo pone en evidencia los límites de la gobernanza migratoria en el hemisferio occidental, sino alimenta un próspero negocio que permite acumular ganancias ilícitas del tráfico humano”.
“La migración en esa región incluye venezolanos, ecuatorianos, colombianos, haitianos, que a lo largo del camino se vinculan con grupos de nicaragüenses y otros caminantes centroamericanos, así como de otros continentes. Ni los peligros que suponen el tránsito y los chantajes ilegales, ni las crecientes devoluciones o estancamientos en países donde estos hermanos y hermanas no son deseados disminuyen la atracción (real o ilusoria) de satisfacer las necesidades de empleo y mejores condiciones de vida o, incluso, de una esperada reunificación familiar”, advirtió el Papa.
Además, el Santo Padre explicó que “la Iglesia en Latinoamérica y el Caribe, como lo atestiguan las cinco conferencias generales de su Consejo Episcopal, siempre ha expresado su preocupación por el tema de la migración, buscando ser una Iglesia sin fronteras, Madre de todos” y añadió que "es por eso que, como cristianos, cada refugiado y migrante que abandona su patria nos interpela. En nuestros pueblos encontramos al mismo tiempo la fraternidad hospitalaria que acoge con sensibilidad humana, pero desgraciadamente también, la indiferencia, que ensangrienta el Darién”.
“Los animo a trabajar incansablemente para que sea posible erradicar esa indiferencia, de tal manera que cuando un hermano o una hermana migrante llegue, encuentre en la Iglesia un lugar donde no se sienta juzgado, sino acogido; donde pueda calmar el hambre y la sed, y revivir la esperanza”, invitó el Papa Francisco.
Asimismo, el Santo Padre reconoció con gratitud que “la Iglesia en América, desde el sur hasta el norte, incluyendo el Caribe, posee un amplio y diverso sistema de ministerio pastoral, caritativo y de movilidad humana a nivel nacional y local, que se manifiesta a través de una amplia y sólida respuesta en la atención directa a los migrantes, y que se plasma en casas de acogida, centros de retornados, asistencia humanitaria de emergencia, atención médica, atención psicosocial, asesoramiento legal, apoyo espiritual, fortalecimiento de los colectivos de migrantes, medios de vida y procesos de incidencia política” y pidió: “por favor, no desatiendan esos establecimientos, que son oportunidad de acogida y caridad para con los hermanos más necesitados”.
“Los animo a vivir estos días con alegría y esperanza, y que la Pascua que se acerca sea el motivo que les recuerde que todos sus esfuerzos valen la pena. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide, y por favor, no se olviden de rezar por mí”, concluyó el Papa Francisco.